A través de nuestra propia historia, podemos descubrir que la idea de la Reencarnación ha estado plenamente instalada como algo natural en las creencias ancestrales de Grecia, Asia, Caldea, Egipto, en los pueblos celtas de Europa y prácticamente en el fundamento esencial de todas las grandes religiones.

Fue sostenida por filósofos como Sócrates, Pitágoras, Platón, Apolonio de Tiana, etc. Incluso por el mismo Jesús de Nazaret, sus apóstoles y discípulos que, no sólo la conocían, sino que creían firmemente en dicha ley. Esta creencia predominó durante los primeros siglos del cristianismo por toda Europa, luego vino aquella época de oscurantismo “La Edad Media”, donde todo cuanto tenía que ver con asuntos científicos y religiosos se consideraba brujería y se castigaba como herejes a quienes la practicaban, siendo perseguidos por los convencionalismos religiosos del clero católico, ya que disfrutaba de un gran poder político y social. Lo mismo ocurrió con la Reencarnación, pues en el año 543, en el Sínodo de Constantinopla, promovido por el emperador Justiniano I y refrendado por el Papa Vigilio, se promulgó una ley que decía: “Todo aquel que sostenga la mítica idea de la preexistencia del alma y la maravillosa opinión de su regreso será anatemizado. Si alguien dice, o piensa, que las almas de los hombres preexisten y que han sido anteriormente espíritus y virtudes (potencias) santas, y que han obtenido hartura de la contemplación divina; que se han pervertido y que en consecuencia el amor de Dios se ha enfriado en ellos, a causa de lo que se les ha llamado almas (soplos), y que han sido enviadas en cuerpos como castigo: que sea declarado anatema”.

Hemos comprobado con bastante frecuencia que, tanto las nuevas ideas, como muchos descubrimientos, fueron, son y serán rechazados por los retrógrados detractores que ha habido en todos los tiempos, en todas las ramas del saber y del conocimiento humano. Así, podíamos revisar la historia del italiano Giordano Bruno (1548-1600), convertido en mártir de la ciencia por la defensa de las ideas heliocentristas, aunque la causa principal de su juicio fue la teología neognóstica, que negaba el pecado original y la divinidad de Cristo, poniendo en duda su presencia en la eucaristía. El 20 de Enero de 1600 el Papa Clemente VIII ordenó que fuera llevado ante las autoridades seculares, leyendo la sentencia que le declaraba herético, siendo expulsado del seno de la iglesia, que mandó quemar todos sus trabajos.

El filósofo, teólogo y notable médico español, Miguel Servet, (Miguel de Villanueva) (1511-1553)  ha pasado a laAntonio52 historia como el descubridor de la circulación pulmonar. Explicando con precisión la conversión de sangre venenosa en arterial, y los movimientos de sístole y diástole de las válvulas del corazón, quizá su equivocación fue no exponer su teoría en un libro de medicina sino en su “Christianismi Restitutio” –“Restitución del Cristianismo”-(1546) con lo que consiguió un duro enfrentamiento con Calvino, iniciando en su contra una serie de pesquisas y denuncias, que acabaron en 1953 con la muerte de Miguel en la hoguera.

Incluso Teresa de Jesús (1515-1582) rompía en su época los cánones establecidos por una iglesia “singular” que la tenía por visionaria, siendo denunciada y procesada por el tribunal de la Inquisición de Córdoba, Valladolid y Sevilla, de los que escapó gracias a la amistad que unía a su familia con el rey de España Felipe II. Aunque después, fuera la misma Iglesia quien la subiría a los altares, nombrándola “Doctora y Abogada” de la misma.

Claros ejemplos, entre los muchos que se podrían citar, que afirman la veracidad y fuerza, de aquellas nuevas y revolucionarias teorías que, al paso del tiempo, han prevalecido sobre las viejas y caducas estructuras del pensamiento de cada época y, si en aquel oscuro pasado, la mayoría de sus autores fueron condenados a muerte como herejes por la Iglesia y su tribunal del Santo Oficio, hoy hubieran recibido un prestigioso premio a manos de los altos cargos de nuestra sociedad.

Como veis el tema es sumamente interesante y os prometo tratarlo con máximo rigor, pues persona soy que no le gustan las verdades a medias, ni hago lo blanco negro, por complacer a ciertas élites que, por quedar bien o aparentar, ofrecen cal y arena, para llevarse a bien con aquellos que dicen seguirles.

Os mando un fuerte abrazo desde el corazón.

Antonio Hernández

 

El pasado 18 de enero,  durante el viaje  del Papa Francisco a Filipinas, le presentaron a una de las niñas que había vivido en la calle, se trataba de Glycelle Palomar de doce años de edad, entre lágrimas, le preguntó lo siguiente: “Hay muchos niños abandonados por sus propios padres, muchos de ellos, víctimas de muchas cosas terribles como las drogas o la prostitución. ¿Por qué Dios permite estas cosas, aunque no es culpa de los niños? ¿Por qué tan poca gente nos viene a ayudar?”

Tras pensarlo por un momento, el Papa contestó: “Ella hoy ha hecho la única pregunta que no tiene respuesta”.

Creedme si os digo que sentí vergüenza ajena, aparte de pena y dolor, por tanta miseria humana consentida. Conforme avancemos en el nuevo tema que arranca esta semana, comprenderéis mis palabras. Aunque en el artículo del lunes 19 de enero, ya apareció un pequeño apunte sobre esto.

Como os prometí, durante algunas semanas os hablaré sobre la Ley de la Reencarnación, pues creo que ya es hora de que todos los seres humanos descubran las respuestas a las eternas y controvertidas preguntas que han marcado parte de sus vidas: ¿Quién soy? ¿De dónde vengo? ¿Por qué sufrir? ¿Para qué luchar si todo acaba con la muerte? ¿Por qué me siento atraído por personas de mi propio sexo? ¿Es posible reencarnar en un animal?

antonio41Hoy se pueden esclarecer estas preguntas y otras muchas más sumamente interesantes, con las que ayudar a mejorar y a potenciar el Conocimiento Espiritual y Trascendente en todo ser humano, como alimento esencial para el espíritu deseoso de progreso, consciente y responsable de la lucha a sostener en el día a día de su propia vida, para erradicar así cuantos lastres y deudas kármicas se arrastran de un pasado delictivo e ignorante.

La Reencarnación es una de las maravillosas Leyes Divinas, por la cual se hace comprensible para la humanidad tantas preguntas sin respuesta, así como las desigualdades que existen en este nuestro planeta-escuela que es la Tierra. A la vez, manifiesta una nueva comprensión de Dios mucho más extensa y generosa, en la que provee a sus hijos de cuantas oportunidades necesitan a través de distintas vidas, para adquirir conocimiento y evolucionar, regresando junto a Él para vivir eternamente, tras alcanzar el espíritu humano la emancipación de los mundos físicos cuando cumpla lo que dijera el sublime Jesús: “Sed perfectos como mi padre es perfecto”.

Os propongo un reto, haremos un pequeño viaje a través del tiempo, buscando de forma clara y sencilla todo cuanto sea necesario para la comprensión y, si cabe, aceptación de esta maravillosa Ley Universal. Puedo asegurar que, tras ese viaje, tendremos una visión más clara y precisa del concepto de tantas cosas que bien podríamos pensar que mereció la pena.

Quizá el término “palingenesia” no os suene mucho, pero pronto entenderéis lo que quiere decir. Es una palabra compuesta procedente del griego: “palin” (otra vez, de nuevo) y “genesia”  (nacimiento génesis) que podríamos traducir como: “nacimiento de nuevo” o “volver a nacer”. Este término se usaba en las escuelas filosóficas y espiritualistas para referirse a la ley que rige los renacimientos, comprendiendo los procesos en toda manifestación de vida en cada uno de los reinos: Mineral, Vegetal y Animal. Sin embargo, la diferencia que existe entre esta y la palabra reencarnación (del latín incarnare, en carne), significando las dos lo mismo, esta última se refiere al nacimiento en la carne sólo en las etapas animal y humana.

Por último veremos la definición que de dicho vocablo hace la Real Academia  de la Lengua Española; “Acción de regeneración, renacimiento de los seres vivos después de la muerte”. El diccionario de la RAE, edición 22ª: “volver a encarnar”. Diccionario del uso del español, María Moliner: “Volver a encarnar un espíritu en otro cuerpo”.

Y hasta aquí el artículo de esta semana. Siento dejaros con la miel en los labios, pero acabamos de empezar el tema y os aseguro que os sorprenderéis en cada ocasión, con nuevos descubrimientos sobre el mismo.

Os deseo paz y equilibrio, entre vuestro corazón y vuestra mente.

                                               Antonio Hernández

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