Misterios Desvelados: La Reencarnación XVI

Al igual que en otros muchos textos sagrados que forman parte de la tradición de religiones muy extendidas, en la Biblia se encuentran alusiones muy claras a la reencarnación, tanto en el Viejo como en el Nuevo Testamento.

Al parecer, la ocultación de esta idea se debió a intereses que favorecían la autoridad de la jerarquía eclesiástica, cómodamente asentada en el poder político en su alianza con el Imperio Romano.

antonio151La reencarnación podía extender la falta de confianza en los miedos que fomentaba la iglesia sobre el infierno eterno y el cielo, además de poder creer que las injusticias sociales de las clases dominantes encontrarían castigo en futuras vidas de expiación. Todo un complot de intereses sociales que, como siempre, imperaron sobre la verdad.

Aunque la Iglesia Católica no mantiene dentro de su doctrina oficial la creencia en la reencarnación, sin embargo fue una de las bases del cristianismo primitivo. Incluso algunos de los llamados Padres de la Iglesia fueron en principio perseguidos por mantener esta idea; ya que muchos de ellos partieron de la filosofía de Platón, (defensor de la reencarnación) para desarrollar el pensamiento cristiano en la Edad Media.

Como decía, en el texto sagrado por excelencia de la cristiandad, la Biblia, podemos encontrar vestigios bastante explícitos sobre la reencarnación, incluso a través de las palabras del propio Jesús y de sus apóstoles, reflejadas en los Evangelios, en las que dejan bien patente que creían firmemente en la sabia Ley de la Reencarnación como claramente se expresa en las citas siguientes.

En el Eclesiastés, (C. I, V. 9, 11) podemos leer: “Lo que ha sido es lo que será... y no hay nada nuevo bajo el sol. ¿Hay algo de lo que pueda decirse: Esto es nuevo? Siempre se trata de algo ya viejo, de otros tiempos, algo que fue antes que nosotros. No hay recuerdo de cosas anteriores".

Incluso en La sabiduría de Salomón, uno de los Evangelios Apócrifos, vigentes como se sabe en los primeros años del cristianismo, en su C. 8 V. 19 y 20, se lee: “Yo era un niño de buen carácter, y una buena alma cayó en mi cuerpo. Así siendo bueno, entré en un cuerpo incontaminado”

Y ya centrándonos en el Nuevo Testamento, en el Evangelio de Mateo, podemos ver que cuando el Mesías habló sobre Juan el Bautista a la multitud de personas que le seguían, entre otras cosas les dijo: “Porque todos los profetas y la ley han profetizado hasta Juan. Y si queréis oírlo, él es Elías que había de venir. El que tenga oído oiga” (C. XI, V: 13 al 15).

Aquí el Mesías afirma enfáticamente que Juan es Elías que había de venir; porque anunciado estaba por el profeta Malaquías (IV – 5): “Ved que os enviaré a Elías el profeta, antes que llegue el día de Yahveh, grande y terrible”.

En la actualidad todo el mundo sabe que el cuerpo físico se desintegra tras la muerte en un tiempo más o menos largo, y demostrado está también por la ciencia que las moléculas de las que se compone cada cuerpo, al desintegrase, van a formar parte de otras sustancias o de otros cuerpos. Como el profeta Elías había muerto hacía más de dos siglos, es lógico que el cuerpo físico no pudiera venir, luego la vuelta del mismo tuvo que ser en espíritu. Y para manifestarse en nuestro mundo necesitaba de un nuevo cuerpo físico, por lo que el espíritu de Elías encarnó nuevamente en un niño. En este caso fue hijo de Zacarías y de Isabel, al que pusieron por nombre Johanan, siendo conocido por Johanan Ben Zekharyah (Juan hijo de Zacarías) y después como Juan de Hebrón (su lugar de nacimiento), pasando a la historia como Juan el Bautista.

Una vez más, os deseo que vuestros sueños se cumplan, sobre todo, en el camino espiritual.

                                              

                                                        Antonio Hernández Lozano

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