Misterios Desvelados: La Reencarnación V

Muchos hay que se aferran en sus ideas religiosas a la letra menuda de textos tan viejos, caducos e incluso manipulados, según las ideas de la época, como los que encierran el Antiguo Testamento. Así encontramos en Eclesiastés, (IX, 7, 8, 9, 10) la siguiente frase puesta en boca del rey Salomón: “Anda, y come tu pan con gozo, y bebe tu vino con alegre corazón... Goza de la vida con la mujer... Todo lo que te viene a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas; porque en la tumba, a donde vas, no hay obra, ni trabajo, ni ciencia, ni sabiduría”.

El ser humano siempre ha de tener bien presente que la vida que disfruta no es un fin en sí misma, sino un medio para alcanzar un claro objetivo mucho más elevado, que no es otro que evolucionar.

Desde la noche de los tiempos existen mitos y tradiciones populares que conjuntamente con algunos interesantes descubrimientos arqueológicos, guardan las antiguas creencias que testifican el tiempo transcurrido desde que la Reencarnación era aceptada como ley de vida.

Antonio82Restos encontrados en antiguas tumbas del hombre de Neanderthal, que datan entre los doscientos mil y setenta y cinco mil años antes de Cristo, muestran las primeras creencias en el renacimiento. Pues los esqueletos encontrados estaban en posición fetal como si esperaran volver de nuevo a la vida, y todos orientados de este a oeste, desde donde el sol renace cada día.

El profesor Brelic, titular de la cátedra de Historia de las Religiones en Roma, apuntaba al respecto: “No, no conozco civilización arcaica que no haya tenido un mínimo de concepción del más allá. Esta concepción tuvo distintas formas: desde las más primitivas, un volver a los antepasados al estado de naturaleza, hasta la de la Reencarnación, indicada por la posición del cadáver embalsamado o sepultado en la posición fetal para que esté listo para renacer, hasta la más evolucionada de un más allá escatológico, o sea de un más allá que prevé un tiempo por venir y no una vuelta atrás”.

La creencia samánica que proviene del Paleolítico Superior, sostiene que la fuerza esencial de la vida, tanto de los animales como de los seres humanos, reside en la forma del esqueleto, es decir, que las criaturas renacían de los huesos.

Esta creencia también es sostenida por un mito azteca, según el cual una nueva raza humana nacía, al ser moldeada desde el interior de los huesos de los muertos, que eran impregnados con la sangre y el esperma que provenía del dios de la cultura mesoamericana Quetzalcoal (Serpiente Emplumada). Pues el esqueleto recordaba a la semilla que enterrada en la tierra germinaba dando paso a una nueva vida.

Siguiendo con los mitos y leyendas más ancestrales podemos comprobar cómo muchos de los dioses, en los que civilizaciones antiguas sostenían su creencia, como la egipcia, la india, la griega, etc., antes de serlo fueron y vivieron como simples mortales. Un ejemplo bastante gráfico lo tenemos en Egipto, donde se creía y aceptaba que los faraones eran la reencarnación de sus dioses a los que adoraban, y que estos bajaban al mundo con apariencia humana para conducirlos a una vida mejor.

En la India era atribuida, a figuras tan relevantes como Rama y Krisna, la simultaneidad entre dioses y hombres. Pues en el Baghavad-Gita dice Krisna: “Yo me produzco entre las criaturas. Existe un declive de la virtud y una insurrección del vicio y de la injusticia en el mundo, y así yo me reencarno de era en era, para la preservación del justo, la destrucción de la crueldad y el establecimiento de la verdad”.

En la mitología griega, también nos encontramos con Zeus, hijo de Crono y Rea, rey de dioses y hombres, del que decían que abandonaba su morada en el Monte Olimpo y volvía a nacer en cada uno de los grandes héroes que a través de sus extraordinarias hazañas, llevaban a la nación a la gloria y al esplendor.

El mítico rey Arturo, era para los bretones la reencarnación de un dios sol, que había vuelto a la vida para inspirar a la raza humana. Igual se creía, según consta en las leyendas incas y aztecas, que sus grandes héroes, partían tras la muerte, hacia la Casa Celestial del Sol, la que abandonaban algunas veces para tomar nuevo cuerpo y bajar a la Tierra para instruir a su pueblo.

Espero que este sugerente viaje, no solo os sirva como un mero informe sobre la trayectoria ideológica y religiosa, que siguieron las humanidades de nuestro planeta, sino como un planteamiento razonable, que nos ayude a entender y comprender el tema de la Reencarnación, velado aún para muchos hermanos nuestros que, aferrados a las tradiciones ancestrales, ante la ignorancia, el miedo y la posible carencia de información –como explicaba al principio del artículo- se sienten incapaces de abrir una nueva puerta y descubrir, el hermoso horizonte que se encuentra tras ella.

Con mis mejores deseos de paz y armonía, os dejo hasta nuestra próxima cita.

                                               Antonio Hernández.

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