Misterios Desvelados: La Reencarnación VI

Como venimos observando, La Reencarnación se encuentra en la base, procedencia y entresijos de esas milenarias religiones, donde ha sido a través del tiempo, el pilar fundamental de su existencia.

El Hinduismo es considerado como la religión conocida más antigua del mundo, pues se cree que apareció cuatro mil años antes de Cristo y, aunque nadie ha podido atestiguar su propio origen, se supone que fue trasmitida por los brahmanes a través de los textos  Vedas, otras corrientes apuntan a que provenía de una raza más antigua, emparentada con los primitivos habitantes de Egipto y Caldea, dando lugar a la tradición, de que sus maestros fueron una raza de semidioses o de seres divinos con apariencia humana, que podrían haber tenido su origen en la Atlántida, donde se dice que más que creer en la Reencarnación, ésta se tenía asumida como parte integrante de la vida misma.

De los textos Vedas, fundamento del hinduismo, se fueron extrayendo conceptos y tratados, con el fin de facilitar su estudio y comprensión, dando lugar a los Upanishads, en los que aparecen dos términos desconocidos hasta ese instante en la literatura religiosa hindú: Karma y Samsârâ.

Karma designa a la carga o cúmulo de reacciones derivadas de cada acción que comete el sujeto y, de las que haantonnio92 de desligarse para alcanzar el progreso evolutivo de su espíritu, con el cual emanciparse de las ruedas reencarnatorias en los mundos físicos. De ahí que cuando el ser humano conoce y toma conciencia de su verdadero significado, lucha con todas sus fuerzas por conseguir su liberación, expresando una conducta y una aptitud benefactora, llegando con su testimonio de amor fraterno hacia todos sus congéneres.

Samsârâ, designa la acción de reencarnar. Su presentación, es una rueda en continuo movimiento que pasa por todo el ciclo de existencias, a las que se somete cada individuo, comprendiendo cada una de las etapas que conforman su vida: nacimiento, crecimiento, aprendizaje, madurez, realización y muerte. Y así, hasta la siguiente encarnación.

De igual forma, en el monumental poema Mahabharata, de gran enseñanza para los fieles, que fue expandiéndose por todo el oriente asiático, podemos encontrar testimonios tan contundentes como estos: “Como un hombre que se despoja de sus vestiduras y se pone otras nuevas, así el habitante del cuerpo, despojándose de antiguos cuerpos, entra en otros nuevos” (2, 17).

En otros pasajes del mismo se pone en boca de Krisna lo siguiente: “Muchas son mis vidas anteriores y muchas las tuyas, Arjuna. Todas las conozco, pero tú no, oh, azote de tus enemigos.

Aunque soy el nunca nacido, aunque soy imperecedero en mi propia existencia, aunque soy el señor de todas las existencias, sin embargo, reposo sobre mi propia naturaleza y provengo de mi propio destino.

Cada vez que desmaya la virtud y se refuerza la injusticia, yo vuelvo a nacer.

Aquél que conoce en sus justos principios mi nacimiento y mis actos divinos, cuando abandone su cuerpo no tendrá que renacer, sino que se unirá a mí” (IV, 5-9). El conjunto de las variadas interpretaciones que se hicieron en el tiempo de los textos sagrados, constituyen en la actualidad la base de las distintas doctrinas que se denominan con el nombre genérico de Hinduismo, entre las que destacan el Budismo, el Confucionismo y el Taoísmo.

El hinduismo es practicado por más de setecientos setenta y cuatro millones de fieles en La India, donde solo en Bangladesh, la siguen el 80% de su población, al igual que en Birmania, Malawi, Nepal, Sri Lanka, Malasia, Zambia y Paquistán. A poco que uno se fije, se dará cuenta de que el objetivo primordial en la vida de los hindúes, es liberarse al fin de las cadenas que forman las sucesivas vidas reencarnatorias, con lo cual, existe la proposición firme en la búsqueda de un camino para poder liberarse de ellas y así, evitar definitivamente la posibilidad de renacer. Siendo la Reencarnación, más que un dogma o un artículo de fe, un profundo sentimiento arraigado en su creencia, que resulta muy útil para todos, y que está vinculado al principio fundamental de la no-permanencia, ya que todo cambia continuamente, puesto que está sujeto a la muerte.

Tan sólo lo Absoluto es inmutable, pero los seres vivos pasan sin cesar. Los papeles y lugares que ocupan en cada destino -del que son totalmente responsables-, son consecuencia de sus propios méritos, determinando la calidad de su existencia y la trayectoria del nuevo nacimiento que tendrán posteriormente.

Al concebir que una sola vida terrestre sea insuficiente para identificarse con la divinidad, es necesario de más existencias que le permitan avanzar hacia su plena libertad.

Con ese mismo deseo me despido de vosotros hasta nuestro próximo encuentro.

                                                                  Antonio Hernández

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